Descripción
Un ligero movimiento de su cuerpo captó toda mi atención. Se volvió, lento y preciso, como un gato que ronronea tranquilo en un dulce sueño. Se quedó boca arriba. Sus rasgos se dibujaron con mayor claridad bajo la luz rojiza. Serio, tranquilo, sorprendentemente atractivo.
Tal vez hice algún ruido.
Sus ojos se abrieron de pronto y se quedaron fijos en los míos.
No me moví.
Una expresión confusa inundó su mirada. Le costó unos segundos comprender que yo estaba ahí, unos instantes entre el sueño y la vigilia en el que su cerebro trataba de asegurarse de que era real.
Y lo era.
Sentí la Furia rugir. Mis ojos debían estar absolutamente negros. Sin un ápice de humanidad en ellos. Como un furioso demonio que espera a su presa.
Percibí miedo en su rostro.
Se incorporó despacio. Me estudiaba en silencio. Traté de imaginar sus pensamientos. Seguramente ya sabía por qué estaba yo allí.
-Lo sé todo. -Murmuré.